Erase una vez un niño que plantó un árbol chiquitito en su jardín. Cada día lo regaba, lo rodeaba, saltaba a su alrededor y cada semana medía su crecimiento. Al principio, el niño creció más que el árbol pero, con el tiempo, no pudo abarcarlo con su abrazo. El niño fue padre, abuelo... y sus hijos, sus nietos... siguieron la tradición y cada uno de ellos plantó un árbol junto al suyo. Así de generación en generación. Hoy nos toca a nosotros.
Participación en el Concurso Esta noche te cuento
Nos toca, y no podemos, no debemos y no queremos olvidarnos.
ResponderEliminarUn abrazo
Octavius Bot
Octavius, eso, sobre todo no queremos
EliminarPuck, que verdad tan aplastante que logra hilar todo un micro de conciencia. Todos deberíamos plantar un árbol alguna vez, mejor nos iría a todos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nicolás, plantar un árbol, escribir un libro...
EliminarMuy buen micro, Puck!
ResponderEliminarOjalá recuperemos el sentido de comunidad, de solidaridad y dejemos de lado el autismo en el que estamos sumidos.
Así nos va...
Bravo, mi amiga!
Bee, la herencia es la herencia y la Tierra es nuestra herencia, de todos
EliminarMuy holístico, Puck. Este lo veo en el Fanzine Ruido de La Palma.
ResponderEliminarAbrazos y besos,
P
Pablo, no lo había pensado. Se lo enviaré a Ana
Eliminarsaludillos
¿Puedo imaginar que entre todos, uniendo las manos, consiguieron abrazar el árbol?
ResponderEliminarEso no quita que plantemos en nuestro.
Un beso.
HD
Humberto, me gusta esa imagen imaginada :-)
EliminarSería una idea maravillosa que cada niño fuera dueño y jardinero de su árbol. Una buena manera de invertir en el respeto a la naturaleza.
ResponderEliminarBesos para una rana pascuera.
Ana, me gusta lo de dueño y jardinero
EliminarComo dice Ana, sería una maravillosa idea. Y como en tu micro se transmitiera a las siguientes generaciones.
ResponderEliminarBesitos
Elysa, por los siglos de los siglos jeje
EliminarUna lanza por la conservación de la naturaleza. Muy bonito.
ResponderEliminarAbrazos variados.
Lola, me alegro de que te guste
EliminarSoy de plantar árboles también.
ResponderEliminarEl primero que planté fue en México, al lado del de Santa María del Tule, por la región de Oaxaca.
Cuando nació mi hijo planté un pino en el Mediterráneo, esperando que un día volviese a sus raíces.
Siempre les di una colleja a aquellos enamorados que hacen sangrar su savia con iniciales grotescas.
Quedan pocos... salvémoslos.
Besos, Puck.
Zarzamora, me encanta esa historia de árboles y familia
EliminarUna herencia que abarca no sólo a la propia familia, sino mucho más allá.
ResponderEliminarUn gesto cargado de vida, pero sobre todo que enseña que hay cosas tan importantes como nececarias.
Besitos mediterráneos.
Gala, la herencia no es solo para nuestros hijos sino para todos los que nos rodean
EliminarBello cuento. A ver si te hacemos caso.
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