Pasa las horas meciéndose con su gato Arístides sobre las rodillas. Sale la luna y abre la ventana. Ella observa la noche, mientras él sale de jarana. Pasan horas, quizás días, puede que semanas. Ella sigue meciéndose, aunque nadie la vea, y mira con ternura a esa joven que ahora vive en el piso. La nueva inquilina no encuentra el origen de ese crujido acompasado de la madera y se pregunta porqué ese gato famélico vuelve cada amanecer al alféizar y araña el cristal de la ventana cerrada.
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Aurora para Triple C |
Es un texto delicio y a la vez inquietante. El fantasma en la mecedora, y ese gato fiel volviendo a su regazo. Precioso. Un beso.
ResponderEliminarMar, me alegro de que te guste
EliminarQuien sabe si queda algo de nosotros en el lugar que hemos vivido durante toda la vida...
ResponderEliminarMe gustó el texto.
Un abrazo.
Gloria, algo queda, seguro
EliminarLos gatos ven lo que nosotros no. Me gusta Arístides.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Rosa, los gatos siempre me han inquietado un poco...
EliminarQueda el gato que sí ve la mecedora. Qué gusto tener una mecedora donde mirar el mundo.
ResponderEliminarPrecioso relato, Puck. He leído unos cuantos porque no tengo tiempo de pasear cada día por los blogs. Tu jardín es una delicia.
Abrazos
Ana, vamos todos de cabeza con el tiempo, pasa cuando puedas con toda tranquilidad. Siempre habrá una mecedora esperándote o una hamaca entre dos árboles :-)
EliminarLa vida contemplativa que no es vida y que se perdió esperando lo que nunca llegó. Es un relato inquietante que abre muchas ventanas y da para especular sobre cómo, quién y qué sucederá.
ResponderEliminarMe gustó.
Abrazos.
Nicolás, jeje me gusta eso de abrir muchas ventanas
EliminarMuy bueno, Puck. Me has dejado pensando. Inquietante micro. Y con una diversidad de lecturas asombrosas.
ResponderEliminarSaludos porteños!
Bee, gracias... cada cual que vea el gato que quiera... miauuuuu...
Eliminar¿Por que partir si está agusto con su vida contemplativa?
ResponderEliminarCybr, quizás llegó su hora, quizás se la llevaron, quizás se dejó ir... quizás...
EliminarQuiero llevarme a Arístides, o por lo menos abrirle la ventana :(
ResponderEliminarJujeniorobot, bienvenido a los jardines. Me gusta mucho tu manera de verlo. Yo también quiero abrir esa ventana. Gracias por tus palabras
EliminarMe cae bien ese fanstasma, ese gato, este microrrelato. No todo lo que cruje es malo...
ResponderEliminarUn saludo.
CDG, jeje qué difícil es interpretar los ruidos...
EliminarComo dice CDG: no todo lo que cruje es malo. Una delicia de texto con ese Arístides tan fiel intentando volver al regazo de su amiga.
ResponderEliminarBesitos
Elysa, siempre se piensa en la fidelidad de los perros pero el dibujo me hizo pensar en los gatos. Saludillos
EliminarHe tenido que leer el relato dos veces, no llegaba. Ha sido al ver la etiqueta "fantasma", cuando me he percatado: "Aunque nadie la viera". Jope, me has hecho escurrir el tarro. Todo cuadra, luego: problema mío, seguro.
ResponderEliminarXimens.... el problema no es de nadie, a veces falta la conexión... :-) Gracias por pasarte y comentar
EliminarMuy bien entraladas esas dos realidades. Me parece difícil hacerlo bien, y tú lo has hecho. Precioso nombre para un gato.
ResponderEliminarSaludos
Miguelángel, gracias, la verdad es que la imagen me resultó muuuuy sugerente y me llevaba a esos dos mundos
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