Érase una vez dos niños que se conocieron en el cruce de tres calles. A ella le llamaban "cuatro ojos" y él era el pequeño de cinco hermanos. Se miraron durante seis segundos y bastaron para que, desde entonces, quedaran siete días a la semana. Jugaron, rieron, cumplieron juntos ocho, nueve, diez años. A los once dejaron de contar y pasaron doce primaveras antes de volver a encontrarse. Fue un viernes y 13. Estuvieron tonteando catorce meses antes de jurarse amor eterno que les duró quince años. Ella no cree en casualidades. Él está dispuesto a esperar.
¡Me encantó!
ResponderEliminarGabriel, gracias por compartir
Eliminaresperará dieciseis horas, días, años???
ResponderEliminaresperará???
Luisa, jeje, cada uno que piense lo que quiera...
EliminarSerendipity.
ResponderEliminarQue la espera no se canse de esperar en el juego del tiempo y el amor.
Un abrazo.
CDG, ese juego cruel...
EliminarDieciseis minutos después llegó la reconciliación.
ResponderEliminarSaludos Puck
jaal, quizás. Bienvenido a los jardines!!
Eliminar¿Dónde está la tecla de los aplausos? ¡Qué bien contado para ser de letras!
ResponderEliminarCybr, gracias. Sabina da mucha inspiración :-)
EliminarBuena inspiración del Maestro. Dentro de diez días te daré un beso y volveremos a iniciar la cuenta.
ResponderEliminarXimens, ya no queda nada!!!!
EliminarPuck, me encantan estos micros repletos de referencias a Sabina y a sus letras, y que juegan a contarnos una historia con la cancioncilla en la cabeza.
ResponderEliminarComo siempre, recibe un torrente de aplausos.
Abrazos.
Nicolás, me encanta ese juego sabinero :-)
Eliminar¡Chapeau, Puck!
ResponderEliminarComo Sabinero declarado, me descubro. Es un micro soberbio.
Un abrazo.
Pedro, gracias sabineras
EliminarA él lo compadezco. A ella me la imagino ya en otros brazos.
ResponderEliminarBesos.