Hacía años que no entraba en aquella habitación. Cuando vio la puerta entreabierta un escalofrío le atravesó la columna vertebral. Paró unos segundos frente a ella. Manuel le llamaba desde el interior. – ¡Abuelo! –. Puso la mano en el pomo y empujó. - ¡Abuelo, abuelo, ¿qué es eso?
El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder: -Mierda*.
Sin temblarle el pulso alzó su mano hacia la bandera polvorienta que colgaba de la pared y tiró con fuerza lanzándola al suelo. – Vamos Manuel, la abuela espera para comer.
*Seguro que sobran las explicaciones. Estas líneas son el final de El Coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez. Vaya desde aquí mi más profunda admiración y mi humilde homenaje dando descendencia y otro espíritu al Coronel.
Si me permitís, arrimo mi admiración a la tuya para homenajear al gran escritor Gabriel García Márquez.
ResponderEliminarUn abrazo Puck
No tenía quién le escribiera... hasta que llegó Puck..., claro.
ResponderEliminarLas ideas tienen su valor... las banderas no valen nada. Nada. Ninguna me pone de pie. Ninguna.
Eres la bomba, ranita.
Un beso desde Macondo.
Muy bonito
ResponderEliminarPatricia, permiso concedido, por supuesto. Es uno de mis escritores preferidos
ResponderEliminarKum, arriba las ideas!!!!
Cyberghost, gracias
Saludillos prenavideños
Hay una canción de Jorge Drexler que habla de ello. El trocito dice así:
ResponderEliminarNo hay muerto que no me duela,
no hay un bando ganador,
no hay nada más que dolor
y otra vida que se vuela.
La guerra es muy mala escuela
no importa el disfraz que viste,
perdonen que no me aliste
bajo ninguna bandera,
vale más cualquier quimera
que un trozo de tela triste.
La canción no tiene desperdicio.
Besitos y abrazos!!!
Relatada, me apunto la canción. Me gusta Drexler pero creo que no la conocía... la buscaré.
ResponderEliminarSaludillos