miércoles, 20 de noviembre de 2013

Mariposas

Mi propuesta....

¿A dónde van las mariposas del estómago cuando se acaba el amor? Me lo pregunté una y mil veces entre ríos de lágrimas. Cuando mis ojos se secaron decidí realizar una comprobación empírica. Por eso la primera puñalada fue ahí, bajo las costillas. Pero no pasó nada. Bueno, sí. Te despertaste sobresaltado y gritaste. Entonces puse la almohada sobre tu cabeza hasta que dejaste de moverte. La retiré y miré a la muerte cara a cara pero, esta vez, sin miedo. Ya no podías hacerme nada. Esto fue hace varias semanas, pero la prueba continúa. Por la herida abierta han empezado a salir una especie de larvas. Estoy esperando a ver si se transforman.

Imagen de Obery Nicolás en El bic naranja 

Un regalo de Caro García

Al principio eran tantas, que las sentía como una jauría rabiosa acorralándome el equilibrio contra el diafragma. Aleteaban errantes entre las vísceras buscando alguna fisura, alguna ventana de aire.
A pesar de todo, yo sabía soportarlo. Cada noche canalizaba esa energía a mis labios, y la sembraba sin permiso en los surcos de tu espalda, hasta que tus perros y los míos encontraban la calma. La alfombra quedaba tapizada de alas, mientras germinaban en las cajas torácicas nuevas raciones de larvas.
Un día, sin embargo, descubrí mariposas posadas en el cielo raso, en el televisor, sobre las revistas, en la vereda, tu abdomen vacío de tantos proyectiles primaverales y tu mirada escurriéndose bajo las puertas y los muebles. Mis perros envejecieron y se atrincheraron en las ochavas del corazón descascarado, a la sombra de un amor cada vez más escuálido.
Yo me encerré en mi crisálida. Nunca más quise volar.

                          

3 comentarios:

  1. Muy negro y demoledor tu relato. Un estilo al que no nos tienes acostumbrados. Me gusta.

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  2. CARO GARCÍA21 noviembre, 2013

    Otra de mis historias usurpando casas ajenas, ¡qué atrevida! Pero es tan agradecida, también, de poder pisar hierbas extranjeras, de recibir caricias que la despeinan, de enviarme postales desde la otra orilla. ¡Gracias, Mar! Por cobijarla bajo tus alas como si fuese hija tuya.
    Yo, en este hemisferio, sigo envidiando tus mariposas ;)

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  3. Muy bueno, Puck. Tenebroso y espeluznante microrelato, me gustó mucho.
    Saludos...

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