No te inmutaste cuando amanecí convertido en insecto. No me besaste para hacerme tu príncipe azul. Intento atraer tu atención bailando ante tus ojos aunque sé que, cuando acabes estas líneas, me darás un portazo y buscarás aventura en otras páginas. Quizás, solo quizás, no me olvidarás.
La verdad es que es así, ese saltar de blog en blog, dificilmente puedo luego recordar lo leído. Hay que separar autor de personaje, al personaje puedo olvidarle, a la autora, imposible, Mar. Y ahora me voy a otro blog, pero te doy un beso y cierro la puerta despacito.
ResponderEliminarInsecto, falta de besos, bailes, pero no, un relato crudo y real no se olvida tan facilmente.
ResponderEliminarO sí...
Un beso.
Por eso me gustan las puertas de vaivén, je je.
ResponderEliminarAbrazos.
Mar, recuerdo haber leído este microrrelato ya, y haber expresado lo bien escrito que está. Esta historia que se apoya en un libro para mostrar cómo puede ser la cruda realidad sin amor, es simplemente redonda.
ResponderEliminarBuena participación la tuya, como siempre, en las Justas.
Abrazos.
Una pieza que no camufla la duraza de su fondo, Puck. E desamor como tema que cala y duele.
ResponderEliminarUn abrazo.
Olvide lo que olvide, a ti y estos domingos que me estás regalando, siempre tendrán ya su sitio en mí. Lo sé. Lo noto. Gracias, Mar.
ResponderEliminarUn abrazo larguillo.